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La Misión del terapéuta

Ser terapeuta es un acto ético, no solo técnico. Ilumino lo que otros ignoran, desafío sistemas que medicalizan el dolor y uso el arte como resistencia. No soy salvador: soy un facilitador de herramientas en un mundo que olvida lo humano.

Mi propósito

Trabajo desde la convicción de que sanar no es domesticar, sino liberar. Uso la palabra y el arte —pintura, escultura, collage— como llaves para acceder a lo que las palabras solas no alcanzan. No vengo a "arreglar"; acompaño a quienes me consultan a enfrentar traumas, miedos o sistemas opresivos con herramientas que ellos mismos construyen.

Sé que lo personal es político: he visto cómo diagnósticos rígidos y protocolos deshumanizan (aquella psiquiátrica en Bogotá me enseñó que los expedientes no reflejan personas). Por eso, mi meta no es que quienes me consultan se adapten al sistema, sino que logren encontrar libertad dentro de él, incluso cuando las reglas parecen hechas para ahogar.

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Valores Terapéuticos

  1. Liberar, no silenciar: Creo en terapias que desordenan lo establecido para abrir caminos, no en las que acallan.

  2. Nadie es un diagnóstico: Lucho contra etiquetas que reducen a las personas a manuales o expedientes.

  3. Cicatrices con voz: Las heridas enseñan más que los discursos perfectos.

  4. Límites claros: Aprendí que cuidar de otros empieza por cuidar de mí.

  5. Lo colectivo cura: El sufrimiento psíquico no es solo individual; tiene raíces en sistemas rotos.

  6. Arte como lenguaje rebelde: Uso pintura, dramatización o collage para nombrar lo que las palabras no alcanzan.

  7. Escuchar > Salvar: No doy respuestas; acompaño a quienes me consultan a encontrar las suyas.

  8. Errar es cartografiar: Mis peores caídas profesionales hoy son mapas que evito repetir.

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